HISTORIA



El mimo (del latín mimus, y este del griego μῖμος, cuyo significado es imitación) es un género literario que tuvo su origen en la Antigua Grecia y que engloba a una serie de textos para los que —sin tener unas características plenamente definidas— suele admitirse unos rasgos comunes. Consistía en la representación teatral, cantada o hablada, de realidades de la vida cotidiana de carácter popular. Otro de sus rasgos es la improvisación, que lo distingue de otros géneros con los que guarda relación, como la comedia. Estas representaciones solían ir acompañadas de danzas o espectáculos de magia y prestidigitación. Los actores que realizaban este tipo de piezas teatrales también eran llamados mimos. No se debe confundir con el género de la pantomima.

Los estudiosos del tema apuntan que el primero en hacer pantomima en Roma fue el artista griego Livius Andronicus, quien por ser tan popular perdió la voz debido a sus numerosas representaciones y recurría al gesto para dar a conocer sus poesías.
La suerte de los mimos dependía de las exigencias de cada Emperador. Augusto de Roma disfrutaba de sus esclavos mimos, Tiberio los elimina y Calígula los hace volver para más tarde otra vez expulsarles.
Se sabe que a finales del Imperio Romano, el mimo comienza una decadencia y se ve obligado a representar los temas más polémicos de la sociedad, es tal la necesidad de causar emoción que las ejecuciones las vuelven una diversión. "El mimo se había convertido en un espectáculo nauseabundo. Sería necesaria la depuración del cristianismo para acabar con aquella desenfrenada orgía gesticulante." Peter Roberts.
A pesar de todo el mimo no murió. Los artistas se esparcen por Europa y comienzan a buscarse la vida en lugares públicos y dentro de estos artistas, encontramos mimos.
Al darse cuenta de que no se pueden erradicar, la iglesia católica reivindica públicamente la situación teatral. Se originan los Misterios medievales.
El mimo de hoy día está vinculado a la comedia dell'Arte, la cual era una comedia improvisada por actores en personajes fijos, Arlequín, Colombina y Pierrot.
1576 un grupo italiano de actores se instala en París, logrando un desmesurado éxito a raíz de sus críticas a la autoridad. Les es prohibido el texto y recurren al gesto para seguir con su trabajo. Francia acoge este nuevo estilo y crea tradición propia.

Jan-Gaspard Deburau, hijo de acróbatas del Teatro de los Funambules sustituye en 1819 al actor que hacía de Pierrot, al no limitarse exclusivamente a hacer reír acaparó inmediatamente la atención del público ya que introdujo elementos y nuevas situaciones que formaron una historia. En su epitafio se puede leer lo siguiente: "Aquí yace el hombre que dijo toda la verdad sin decir palabra alguna".

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